Señor, tu me llamaste para ser instrumento de tu gracia,
para anunciar la Buena Nueva, para sanar las almas.
Instrumento de paz y de justicia, pregonero de todas las
palabras, agua para calmar la sed hiriente, mano que
bendice y que ama.
Señor, tu me llamaste para curar los corazones heridos,
para gritar, en medio de las plazas, que el Amor esta
vivo, para sacar del sueño a los que duermen y liberar
al cautivo.
Soy cera blanda entre tus dedos, haz lo que quieras
conmigo.
jueves, 21 de enero de 2010
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